Promoviendo el Cuidado Propio
- drasheilamaestre

- Jan 18, 2023
- 3 min read
¿Qué significa el cuidado propio o el autocuidado?
Aunque puede representar distintas cosas para cada persona, de manera general implica todo aquello que hacemos por nosotros con el fin de sentirnos mejor. Las áreas que abarca incluye la física, social, emocional y/o espiritual. Enfocarse en el cuidado propio es considerado como un paso importante para tener un mejor balance de nuestra salud en general.
Lamentablemente, cuando enfrentamos retos con nuestra salud mental se hace más difícil enfocarnos en nuestro autocuidado, pero ojo, es cuando más debemos intentarlo. Bajo esta circunstancia el objetivo no es tratar de trabajar en todas las áreas a la vez, sino empezar con lo que podamos y de allí ir progresando. Recuerda, no debemos dejar que la impaciencia nos domine, ya que no hay ningún apuro, lo importante es comenzar.
Promover el cuidado propio es un proceso en el que podemos trabajar toda la vida. No existe competencia con nadie, las metas son diarias y podrían ser cambiantes de acuerdo a las necesidades o prioridades del momento. Algunas técnicas se pueden convertir en hábitos saludables si las hacemos a diario como nuestros rituales particulares de autocuidado. En especial las que consideres relativamente fáciles, aunque es importante recordar que van a existir otras que pueden requerir mayor esfuerzo inicial, así que no te desanimes.
Que envuelve el autocuidarse:
-Evitar hábitos de vida poco saludables como beber alcohol exageradamente, comer en exceso o fumar.
-Practicar actividad física preferiblemente a diario como caminar 20-30 minutos o algún deporte de predilección 3 veces en semana (recuerda siempre consultar a tu médico).
-Comer saludable enfocándose más en la calidad del alimento que en una dieta restrictiva y mantenerse hidratado a través del día (al menos que no sea recomendado por tu médico).
-Darle seguimiento y manejo a cualquier síntoma o condición de salud que experimentes o padezcas.
Esto implica no solo buscar ayuda de un médico cuando la necesites, sino también la de un profesional de la salud mental si lo ameritas.
-Tratar de dormir 7-8 horas diarias al igual que tomar la luz del sol por lo menos 15 minutos todos los días (en especial la luz de la mañana). El beneficio de ambas para la salud en general ha sido muy bien documentado.
-Practicar diariamente técnicas de relajación o cuando lo consideres necesario. Puede incluir ejercicios de respiración, relajación muscular, meditación, escuchar música instrumental suave, escribir en un diario las cosas por las que estás agradecido/a, entre otras.
-Cultivar relaciones de amistad con personas con las que sientas conexión, ya sea familiares, compañeros de trabajo o escuela, vecinos, etc. Tener personas que nos provean apoyo en las buenas y malas, es necesario. Lo importante es la calidad de las personas que te rodean y no la cantidad. Un buen amigo vale mucho.
-Practicar actividades que nutran tu espiritualidad, si consideras este es un aspecto importante en tu vida. Esto puede incluir tu religión o lugar de alabanza, meditar, orar, auto-reflexión, entre otras.
-Darle prioridad a tomar descansos o “breaks” durante el día, cuando lo necesites y como lo puedas introducir, en particular si trabajas. En esta área a veces hay que ser creativos. Lo mismo que planifiques vacaciones anuales de descanso cuando trabajas o estudias a tiempo completo para evitar la famosa quemazón (cansancio extremo por no tomar descanso temporal de una actividad habitual).
-Leer o escuchar libros/programas de autoayuda para promover el que te enfoques en estar más en el presente, positivo, a motivarte y a reflexionar en las cosas buenas a tu alrededor.
-Participa en actividades sociales de tu agrado por lo menos una vez en semana o más si puedes y prefieres.
Aunque pueden existir más áreas del autocuidado, las previamente mencionadas abarcan algunas de las más importantes. Como los gustos e intereses pueden ser diferentes, personaliza las áreas en las que desees trabajar con tus gustos particulares.
¡Voy a ti!
Autora: Lynette D. Maestre, MSW



















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